Ya tenemos Presidente de la FNA. Su proclamación el pasado 20 de octubre ha pasado inadvertida, como si no le importara a nadie después de todo el ruido y la furia de los meses anteriores. Repite Seoane. No sabría decir si tenemos que lamentar que se haya perdido una ocasión para mejorar o si debemos alegrarnos de no haber ido a peor. De momento, su “Saluda” es conciliador e invita al reencuentro de toda la familia ajedrecística. Debemos darle el beneficio de la duda. No solo por cortesía, sino porque no hay otra jugada posible en el tablero.
El clímax del proceso electoral fueron las votaciones presenciales del pasado 20 de septiembre. Fue una tarde intensa. A pesar del ambiente covid que imponía distanciamiento, grupos de personas a la entrada de la Mesa Electoral hacían pasillo a los que se acercaban a votar y les repartían papeletas. El estado mayor de una de las candidaturas se apalancaba en el Garre alrededor de unas cervezas. Pocas jornadas de ajedrez han despertado mayor expectación. Y como era de esperar sabiendo quiénes disputaban, hubo el consiguiente rifirrafe reflejado en acta, que unos y otros contaban en la calle cada uno a su manera. Un capítulo más de una historia muy vieja y que ya aburre.
El resultado de las elecciones a la Asamblea es una lección para todos, para los tres que disputaban y para los que observábamos escépticos los distintos movimientos. Los tres candidatos in péctore fueron castigados por la votación popular del estamento de jugadores. Mariano de Pablos, con 54 votos, quedó apeado de la Asamblea. Sergio Anguas, con 57, estuvo también al borde de la eliminación. Y Joaquín Pérez-Seoane, aunque obtuvo un mejor resultado que los otros candidatos, con 60 votos, no sale muy bien parado al lado de los diez asambleístas que quedaron por delante de él, de los que al menos seis obtuvieron más de 90 votos, con Iñaki Rebolé -Orvina- en cabeza con 99. El censo que acudió a votar: 115 jugadores federados. Por qué Iñaki Rebolé no es Presidente habiendo casi duplicado en votos a cualquiera de los otros tres, eso es algo fácil de explicar pero difícil de entender: tenemos un sistema electoral demasiado retorcido.
El resultado de la votación al estamento de jugadores deja una conclusión muy saludable y esperanzadora: la crispación no da votos. La crispación es como esa provocación en la barra del bar -un empujón, un vaso derramado a propósito-, que desencadena una trifulca en la que los espectadores ya no son capaces de fijar quién fue el ofensor y quién el ofendido. La crispación, la polémica, a quien menos convenía era al que buscaba revalidar su gestión y que cometió la torpeza de entrar al trapo en alguna ocasión. Tampoco convenía al que aspirara de verdad, no de boquilla, a un cambio y una mejora en el ajedrez navarro. Otra cosa es que razones de consumo interno en determinados espacios del ajedrez navarro hagan rentable ese discurso victimista que desencadena un reflejo interno de prietas las filas. Muy triste.
Me gustaría creer que se va a pasar página de esa crispación. Me gustaría responder al “Saluda” del Presidente con algunas propuestas en positivo:
- Ajedrez femenino. Todos somos conscientes de que las chicas, que tienen una cierta participación en los niveles de iniciación Sub8-10-12, desaparecen de los tableros a partir de esa edad. No es un problema solo del ajedrez navarro, se dirá. Pero no se va a reconducir si en Navarra y en todas partes no se toman iniciativas para corregirlo. ¿Cómo? El liderazgo del cambio debe ser femenino, y a los hombres no nos corresponde otro papel que el de escuchar, reflexionar y acoger lo que las mujeres digan. ¿Cuántas mujeres hay en el ajedrez navarro dispuestas a liderar ese cambio? De momento, solo una, María Goñi, se ha presentado a la Asamblea y afortunadamente ha resultado elegida. Triste hubiera sido lo contrario. Con una no es suficiente. La FNA debería abrir un espacio para que Maria Goñi y todas las ajedrecistas que han sido y son, debatan y propongan. Y que la FNA se comprometa a asumir lo que de ese espacio de debate surja.
- Promoción del ajedrez en los niveles de iniciación. La actividad de la FNA no puede quedar reducida a convocar cada dos años un examen para la obtención del título o diploma de monitor de ajedrez. Hay campo para potenciar la iniciación del ajedrez a través de dos ámbitos: las actividades extraescolares en los colegios y las escuelas deportivas en los clubs. Se deben tomar iniciativas en positivo, de mejora de la cualificación de los monitores, de soporte a su actividad. Pero no nos engañemos: la promoción del ajedrez es también un espacio de pequeños intereses lucrativos, quizás el origen o la explicación de muchas de las trifulcas federativas. La FNA debe intervenir con tacto, sin que parezca ni sea una interferencia para quitar/dar escuelas y alumnos a unos y otros monitores y clubs. Si hay una competencia por el alumnado, debe ser una competencia sana, basada en la excelencia, y colocando en primer plano el interés del niño y de la niña, su formación integral en valores y en competencias, por encima del interés del club o del estímulo competitivo. Los niños y niñas no deben ser instrumentalizados al servicio de la pugna entre clubs.
- Transparencia. Uno de los movimientos que menos me gustó de la Presidencia pasada fue la reforma de los Estatutos que se realizó en agosto de 2019. En particular, la redacción del artículo 71.- Acceso al régimen documental, obstaculiza al máximo la transparencia federativa, justamente en contradicción con los tiempos que vivimos, en los que la propia Administración en los últimos años ha reformado su funcionamiento para permitir a los ciudadanos en general, sin cualificación especial y sin necesidad de motivación, la fiscalización de la propia actividad de la Administración. No somos súbditos de los cargos que elegimos sino todo lo contrario: los puestos de responsabilidad son servidores públicos. Pero más que proponer una nueva reforma del artículo 71, yo sugeriría a la nueva Presidencia que antes de embarcarse en un proceso legalista y formal, en la práctica abriera a todos las personas con derecho a voto para la elección de la Asamblea -no solo a los miembros de la Asamblea- los documentos de gestión mencionados en el artículo 70, con la única salvedad de las limitaciones que establece la LOPD. Si no hay nada que esconder, ¿por qué esconderlo? Sería, además, la forma más eficaz de contrarrestar todo tipo de bulos e insinuaciones insidiosas sobre la gestión de la FNA. Gestión, por otro lado, que ya está tutelada por el INDJ y que está sometida a control en los procedimientos administrativos por las subvenciones que recibe.
Y nada más. Podría desearle suerte a Seoane, y se la deseo, aunque sé muy bien que su éxito o fracaso no será sólo de él, ni siquiera de él y de su equipo, sino también de todos los demás, de todos nosotros, de nuestras acciones, omisiones, silencios y no silencios. Gens una sumus, para bien y para mal.